Presentación del 1º Cuaderno de Cine Latinoamericano

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El jueves 30 de octubre en el microcine de la ENERC, se presentó el libro

"Santiago Alvarez. Reflexiones, testimonios, relámpagos en un instante de peligro"

Inaugurando la serie Cuadernos de Cine Latinoamericano


Con la presencia de:

- Lázara Herrera
(Compañera de Santiago Alvarez, y directora del "Festival Internacional de Documentales Santiago Alvarez In Memorian")

- Héctor Kohen
(Investigador UBA – Prologuista del libro)
- Mariano Mestman
(Investigador UBA)







El libro fue compilado por el Grupo Rev(b)elando Imágenes

Cuenta con testimonios de Octavio Getino, Lázara Herrera, Humberto Ríos, Juana Sapire y Fernando Pino Solanas. Y el prólogo de Hector Kohen.

Escriben Javier Campo, Juan Ciucci, Maximiliano de la Puente, Mabel Fariña, Irene Marrone, Mariano Mestman, María Victoria Romero, Pablo Russo, Sebastián Russo y Lior Zylberman

Producido por
Tierra en Trance. Reflexiones sobre cine latinoamericano -
http://www.tierraentrance.miradas.net/-
(Suplemento de Cine Latinaomericano de Miradas de Cine -
http://www.miradas.net/-)

Edita Tierra del Sur
-laeditorialtds@yahoo.com.ar-


"No encontrará el lector que se aventure en los textos que componen este volumen (…) ni vocación ni mucho menos intención de homenaje, en el sentido pedestre y deshistorizante del término. Por el contrario, el movimiento es de apropiación (…) de interrogar a los textos, no para extraer de ellos una verdad oculta sino para interpretar críticamente la historia, para intervenir en ella.

Este libro es el primero en nuestro país en ocuparse intensa, rigurosa y amorosamente de la obra de Santiago Álvarez, el hombre del Nuevo Cine Latinoamericano que creó obras de arte que son armas de combate.

Resultado del esfuerzo, la pasión y el rigor (…) este libro está en la línea de combate donde decidió colocarse Santiago Álvarez: "A la versión deformada y colonizada que el enemigo pretende perpetuar como verdad histórica hay que oponer vigorosamente nuestra obra"

Del prólogo de Hector Kohen

ACCIONES


Junio 2016

Mayo 2016
Radio ETER

Octubre 2014 – Noviembre 2015
FM La Caterva

Julio 2015
Bar La Nueva Anzaluza

Abril 2015

Marzo 2015
Sitio De Memoria Virrey

Febrero 2015
Sitio De Memoria Virrey

Diciembre 2014
Sitio De Memoria Virrey

Noviembre 2014
Sitio De Memoria Virrey

Noviembre 2014
Centro Cultural Brasil- Argentina



Octubre 2014

Mesa: Audiovisual y novimientos socialesInstituto de Cine y Artes Audiovisuales de Santa Fe



Centro Cultural Provincial Paco Urondo

Septiembre 2014
Presentación "La obra de Sanjinés" en el 3°ENREDA Rosario
En la Universidad Nacional de Rosario

Junio 2014
Presentación Eduardo Coutinho en San Miguel de Tucumán 
En la Escuela Universitaria de Cine, Video y Tv de la Universidad Nacional de Tucumán

Mayo 2014
Presentación en Paraná Eduardo Coutinho. Cine de conversación y antropología salvaje
En el auditorio de la Casa de la Cultura de Entre Ríos


Marzo 2014
Exposición en el IV Congreso de la Asociación Argentina de Estudios de Cine y Audiovisual

Noviembre 2013
Presentación "GuerraGuasú” en el 3er Festival de Cine de La Paternal
Junto al director de la serie, Alejandro Fernández Mouján


Octubre 2013
Presentación en Rosario de Eduardo Coutinho. Cine de conversación y antropología salvaje
En las XII Jornadas Rosarinas de Antropología Socio-Cultural

Presentación Eduardo Coutinho. Cine de conversación y antropología salvaje
En el Auditorio David Viñas del Museo del Libro y de la Lengua


En el bar La Nueva Andaluza y con proyección en el mítico Cine-Teatro Taricco


Participamos de un nuevo acto para recordar a Raymundo


Agosto 2011
Ciclo Eduardo Coutinho en el CC Haroldo Conti
Organizado por Rev(b)elando Imagenes y Tierra en Trance

Mayo 2011
Grupo Rev(b)elando Imágenes en la FLIA Paraná
Participación del grupo en la Flia Paraná.

Mayo 2011
Presentación en Santa Fé de "Jorge Sanjinés y el grupo Ukamau"
En el Insituto Superior de Cine y Artes Visuales de Santa Fé

Noviembre 2010
Ciclo Latinoamérica en Trance
Enlace
Proyección La Nación clandestina


Octubre 2010
Proyección de Dawson Isla 10
(Función suspendida por el asesinato de Mariano Ferreyra)

Octubre 2010
2° Cuaderno de Cine Latinoamericano
Presentación de Jorge Sanjinés y el Grupo Ukamau. Reflexiones y testimonios.

Septiembre 2010

Proyeccion El Familiar, de Octavio Getino

Agosto 2010
Ciclo Latinoamérica en trance
Proyeccion de Edificio Master, de Eduardo Coutinho

Marzo 2010
Proyección de Pulqui
Junto a Alejandro F Moujan y Ana Amado

Noviembre 2009
Presentación revista Tierra en Trance
Especial de Jorge Sanjinés y el grupo Ukamau, en el CC Paco Urondo (UBA)

Rewind
Intervención urbana

Junio 2009
Plazoleta Raymundo Gleyzer
Inauguración de plazoleta R Gleyzer en La Paternal

Marzo 2009
En la 10º FLIA
El grupo en la 10º Feria del Libro Independiente, con el libro de Alvarez, y sellando billetes.

Octubre 2008
1º Cuaderno de Cine Latinoamericano
Presentación de Santiago Álvarez. Reflexiones, testimonios, relámpagos en un instante de peligro

No a la Extradición - Proyección de "Chokokue"

Este viernes 24 de octubre a las 20 hs, en Alsina 1744, Barrio Congreso. Se proyectará Chokokue de Guillermo Kohen, Miriam Paz



Pelicula que a través de un "viaje al interior del Paraguay campesino, la lucha por la tierra, por sus derechos, por mantener su identidad cultural y sus formas de producción frente al avance del modelo sojero agroexportador", visibiliza no solo la organización, la persecución, la cárcel a los trabajadores que luchan en tierras guaraníes, sino que hace foco sobre la situación de los seis paraguayos presos, que "salieron de su país en medio de matanzas de dirigentes campesinos y llegaron a Buenos Aires en mayo de 2006 en busca del asilo político que la embajada argentina les había asegurado que obtendrían, y a los que la Corte Suprema argentina acaba de confirmarles la extradición, acusándolos de “haber participado de las reuniones del grupo que secuestró a Cecilia Cubas y luego le quitó la vida”. Los militantes del Movimiento Campesino y del partido Patria Libre de Paraguay sostienen que la causa fue “armada” como parte de una “persecución política” y por eso llevan 68 días de huelga de hambre para pedir su liberación. Ayer fue ratificada la decisión del juez federal Ariel Lijo de extraditarlos a Paraguay. El último recurso que les queda está, según la ley, en manos de la Presidenta Cristina de Kirchner."

Extractos de la nota publicada el 22/10/08 en Pagina 12
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-113745-2008-10-22.html


Para mas informacion sobre los seis campesinos presos http://www.noalaextradicion.blogspot.com/

La proyección la organiza la Casa de la Amistad Argentino Cubana de Buenos AiresAmérica Profunda: Sábados de 18 a 20 hs. en RNA Folklórica FM 98.7



Los seis campesinos paraguayos presos en Argentina, enviaron una Carta que fue leida el día de su estreno en Buenos Aires.

Buenos Aires 20 de enero 2008

Queridos compañeros:

Un fuerte abrazo de combativos luchadores patriotas desde la prisión de máxima seguridad de Marcos Paz.En primer lugar queremos agradecer vuestra presencia en el lanzamiento de este documental, en este momento histórico que vive nuestro pueblo con la miseria y el hambre sometido por un grupo minoritario por más de 60 años, condenando a nuestro pueblo a la injusticia social.Movidos por una fuerte esperanza de días mejores para la patria nos hemos entregado con alma y espíritu revolucionario, pero la oligarquía Paraguaya se encargo de convertir nuestros sueños en pesadillas, nos sentimos hoy como aquellos primeros cristianos que cuanto mas los perseguían los romanos, cuanto mas los mataban se multiplicaban sus esperanzas, su fe que estos sentimientos nos mueven hoy a seguir firmes en nuestros pensamientos, en la esperanza de días mejores para la patria.Queremos hacer un llamado en la construcción de un futuro mas digno para el pueblo paraguayo, tejiendo sin prejuicios los vínculos entre los ciudadanos. Promoviendo la fraternidad, la audacia, la cooperación, la solidaridad entre quienes luchamos contra el orden establecido.Nos atrevemos a compartir con ustedes nuestra reflexión sobre el proceso de nuestro pueblo, donde observamos la imperiosa necesidad del trabajo de concientización, la educación del pueblo por el pueblo mismo que desarrolla el potencial de transformación y cambio en los actores sociales.Si se controla el poder pero se descuida el desarrollo del ser humano, de la conciencia, de la batalla de ideas, si se quiere construir una nueva sociedad sin cuestionar la base ideológica sobre la que se asienta el viejo modelo, al final seremos vencidos. Es necesario un programa que permita unir en un bloque político social a quienes sufren diferentes opresiones y al mismo tiempo ir creando en los sectores populares nuevas relaciones, construidas sobre la base del humanismo, del respeto, de la ternura, de la solidaridad.Relaciones que comiencen a anticipar, en nuestras experiencias de poder popular, de forjar de autonomía y autoconciencia el tipo de sociedad por la cual luchamos.En estos tiempos de barbarie y de guerras, ser luchador, dispuesto a transformar la realidad, obliga al compromiso ético de involucrar el sentimiento junto al pensamiento, el amor y el dolor junto a la razón, la sensibilidad junto a la conciencia.Proponer, en todos los terrenos, un pensamiento de rebeldía, de una rebeldía que cuestione incluso la rebeldía. Se trata de poner todos los sentidos en pie de guerra contra la pasividad que posibilita la agresión de los opresores.Se trata de trazar un plan de resistencia que tienda también lazos hacia los Latinoamericanos y Tercer Mundistas que habitan estas tierras y hacia todas las fuerzas políticas y sociales que emergen en el mundo, desafiando la lógica de una globalización que se construye sobre la base del exterminio de los pueblos.Por ultimo les expresamos que nuestras reflexiones no están exentas de error, y esperamos sean bien recibidas, por que al final de todo confiamos en el pueblo organizado, somos concientes que esta en manos del pueblo nuestra libertad y de todo el pueblo oprimido.Este momento histórico que nos toca enfrentar donde nos ha colocado la lucha antagónica que se desarrolla en nuestro país entre la oligarquía mafiosa y el campesinado que sigue resistiendo y avanzando en la lucha política.Queremos desearles toda la fuerza y valentía para la difícil tarea que tenemos enfrente, la construcción de un país socialista.Les dejamos nuestro abrazo revolucionario, nuestro cariño y toda nuestra esperanza puesta en el pueblo organizado.

Desde la injusta prisión de Marcos Paz, Argentina.Los seis campesinos Paraguayos.Agustín AcostaRoque RodríguezGustavo LezcanoArístides VeraBasiliano CardozoSimeón Bordón

presosparaguayos@gmail.com


Chokokue

Por Osvaldo Bayer

La realidad supera toda imaginación. Quién iba a pensar que aquella Argentina de donde salieron los ejércitos libertadores de América, después de aquel increíble 25 de Mayo de 1810, hoy tuviera presos políticos paraguayos, hombres que sólo cometieron el delito de luchar por algo que les pertenece a los trabajadores de la tierra: precisamente, la tierra. Los he visitado en la cárcel de Marcos Paz y escribí una contratapa de esa causa, mostrando la absoluta injusticia que estábamos llevando a cabo. Pero el silencio de nuestros organismos oficiales de derechos humanos se mantuvo. Los campesinos paraguayos que lucharon por su tierra en Paraguay siguen presos en la Argentina. A todos los responsables de este proceder les presentaría el Informe Chokokue sobre "Ejecuciones y desapariciones en la lucha por la tierra en el Paraguay, 1989-2005", de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay presentada al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Ahí figuran una por una las víctimas, con fotografía, biografía y lugar y fecha de su asesinato. Impresionante la cantidad de jóvenes asesinados. Chokokue, en guaraní, significa campesino. Los que engendran vida en la tierra con la semilla.El mundo entero lucha por la libertad de los cinco cubanos que mantiene presos Estados Unidos, hasta en nuestras calles se marcha por ellos. Pero la otra realidad es que la Argentina mantiene en cárceles a luchadores de aquí muy cerca, del Paraguay, la misma gente de origen guaraní que nuestros misioneros, correntinos, formoseños y chaqueños.Los norteamericanos, a cinco cubanos; los argentinos a seis paraguayos. He conocido a las esposas de los luchadores presos. Sus rostros, muy tristes. ¿Por qué para la Justicia los culpables son siempre los pobres y no los que tienen el poder y el dinero? Esas mujeres han venido a Buenos Aires, dejando a sus niños de muy corta edad atendidos por sus abuelas, allá, bien en el interior, entre selvas, plantíos y caudalosos ríos.Los seis presos paraguayos me han escrito una carta que me llegó al alma. Me dicen, entre otros párrafos, lo siguiente: "La realidad que nos toca enfrentar, trágica por cierto, nos conduce a una afirmación: que la historia del Paraguay está signada por la fatalidad y la pobreza, pues la corrupción, la exclusión y la discriminación continúan minando la estructura institucional de la República. Si bien es cierto que se fue el dictador Stroessner, quedó la estructura que se construyó en sus treinta y cuatro años de gobierno autoritario. Aquí tenemos que los propietarios de las tierras malhabidas tienen nombre y apellido, son personas que formaron o siguen formando el entorno del poder político, militar y económico en el Paraguay".La realidad la denuncian las estadísticas: 1.191.000 de seres humanos viven en condiciones de pobreza extrema. Ya esto bastaría para comprender por qué los labriegos de la tierra dicen basta y se organizan para terminar con la injusticia, el privilegio y las dictaduras "legales" de los dueños de todo.Qué hubieran pensado nuestros Castelli y Moreno, con aquellos profundos escritos sobre la Justicia y el derecho de todos, acerca de que hoy los argentinos protegemos indirectamente las acciones de los miserables dictadores del privilegio paraguayo. Por eso se ha levantado el sacerdote Fernando Lugo en tierras guaraníes contra la cadena de corrupción y antidemocracia que, como decimos, inició Stroessner y ahora continúa Duarte Frutos. El ex obispo Lugo siempre estuvo en las grandes marchas campesinas de reivindicación.Las autoridades argentinas tendrían que preguntar a Lugo quiénes son estos presos paraguayos y no a las "autoridades oficiales" producto del poder del dinero. Me escriben esos presos paraguayos de los argentinos: "Por denunciar nuestra realidad estamos presos, por ser libres, por educar a los humildes, estamos presos porque somos del pueblo, somos la voz de los sin voz, estamos presos porque somos coherentes con nuestro discurso, somos patriotas y pensamos en días mejores para las futuras generaciones".Para juzgar los hechos debemos tener en cuenta que el Partido Colorado, que gobierna Paraguay desde siempre, colaboró en el Operativo Cóndor, repudiado por todos los organismos de derechos humanos del mundo, que entregó perseguidos políticos con Pinochet y Videla. No podemos los argentinos escondernos en supuestas obligaciones judiciales para mantener presos a estos hombres. Sería volver a los conceptos seudolegales en que se basaron los jueces de la dictadura de la nefasta y cruel época de la desaparición de personas. Y preguntarnos por qué en las falsas denuncias contra estos presos guaraníes intervino el señor Blumberg. Lo único que falta es que se mezclen ahora Bussi, Patti y Rico para dar fuerza "ideológica" a la infame acusación contra estos latinoamericanos que luchan, como en nuestro Chubut resisten los Nahuelquir y los Curiñanco contra el poder del dinero de Benetton.Mientras los campesinos paraguayos Agustín Acosta, Roque Rodríguez, Basiliano Cardozo, Arístides Vera, Simeón Bordón y Gustavo Lezcano están detrás de rejas argentinas, los verdaderos culpables especuladores de la tierra están libres y manejando fondos con los cuales se podría terminar el hambre en nuestras tierras. Creo que es una cuestión de honor para los argentinos abrir las puertas de la cárcel para los humildes luchadores de la tierra. Debemos organizar una larga marcha por nuestras calles para que esas manos, que hoy están separadas del mundo en la cárcel, vuelvan a arrojar las semillas en sus cálidas tierras mojadas por sus generosas aguas. Debemos encolumnarnos hacia el sol, acompañados por todos los cantores que cantan la poesía de la libertad y el trabajo. Iremos acompañados por la música de guitarras y arpas guaraníes. Sin hierros y sin armas, con las manos abiertas, poniendo el rostro. Una marcha como soñó Salvador Allende cuando antes de morir por la dignidad nos habló de las anchas alamedas por la cual iban a volver los trabajadores en busca de la dignidad.Los generosos de los pueblos no se rinden. Días pasados, en el espléndido acto por los presos políticos argentinos se pidió la libertad de ellos. Pocas horas después se recibió la limpia noticia que los tres estudiantes del Colectivo Amauta, que dirige el intelectual argentino Néstor Kohan, que estaban presos por participar del acto en recuerdo de las jóvenes vidas masacradas en Trelew por la dictadura militar de Lanusse, habían sido dejados en libertad. El acto se hizo frente al Bauen, lugar de encuentro de los que creen en el futuro, los que no se resignan, los que se dan la mano por una sociedad más justa y en paz.También en estos días de septiembre asistimos a un acto enternecedor: cuando las Madres desparramaron por los jardines de la Plaza de Mayo las cenizas de la bella Madre Marta Badillo, quien se fue por los cielos para seguir buscando a su hijo desaparecido. Hubo lágrimas generosas y palabras de despedida llenas de esperanza y noble orgullo. Marta Badillo, sus cenizas están en la Plaza Rebelde, y ella está escalando el paraíso de los que no se rindieron nunca en la búsqueda de la justicia. En cambio, los torturadores estarán ocupados eternamente en intentar liberarse del barro que los cubrirá para siempre. La ética siempre se impone finalmente en la Historia.

Casullo o la política del Acto

por Sebastian Russo


Ir o no ir al velatorio. Vivo a cinco cuadras de la Biblioteca Nacional, donde ésta noche están velando a Nicolás Casullo. Vivo a solo cinco cuadras, y más allá del ritual del velatorio, y su carácter familiar, íntimo, siento que debo estar allí. Siento que mi cuerpo debe desplazarse y llegar a acompañar los últimos momentos de un otro cuerpo que trasvasó largamente la esfera de su propia corporalidad, de lo individual, de lo privado. Acompañar los últimos momentos de un cuerpo que dejó de vivir, en tanto cuerpo, pero que por fundirse con su (la) historia, seguirá viviendo, seguirá produciendo, en tanto espíritu (crítico), potencia.

¿Pero dónde es que se debe estar? ¿Junto a quién? ¿Dónde disponer nuestros cuerpos? ¿Apoyando qué causa, qué lucha, a qué luchador?

Hace un tiempo, cuando el “conflicto con el campo”, un amigo me dijo que había visto a Casullo en la Plaza de Mayo, en una marcha apoyando al gobierno. Y pensé ¿qué está viendo Casullo que yo no logro ver? ¿Qué estaba viendo alguien que en los setenta era peronista, que luego tuvo que exiliarse, y que al volver abjuró del partido que en esta coyuntura de algún modo volvió a respaldar? ¿Qué hace que alguien –por caso, un intelectual- decida desplazar su cuerpo a una determinada acción, en defensa de un cierto estado de cosas?

¿Dónde uno está cuando pasan “las cosas” (esas, que fundan nuevos estados de cosas, esas, que al menos proponen discusión a ordenes que se propugnan naturales)? ¿Cuáles son esas “cosas”? ¿Cómo saberlo? En definitiva, en pos de constituirse sujeto histórico, político, ¿dónde, cuándo y cómo uno debe actuar?

Hay quienes marcan caminos, iluminan sendas. La apuesta política, la entrega corporal, el registro pasional, el compromiso crítico: sellos, marcas que interpelaron a (y se vieron interpeladas por) Nicolás Casullo, asi como a quienes lo rodeaban, a quienes él rodeaba. Rasgos poco presentes en tiempos contemporáneos, de desinterés por lo colectivo, de virtualidad y apatía, de consumos obsesivos. El “dónde-cuándo-cómo actuar”, fue resuelto por esta trama enunciativa/activa de gente, y pienso en la revista Confines, en el Espacio Carta Abierta (ámbitos donde Casullo fue piedra fundamental), a través del indestructible tándem reflexión/acción.

Actuar, en tanto disponer al sujeto, además de emplazarlo corporalmente, en una posición dentro del tejido social, dentro de la trama relacional, en suma, dentro de la política. Reflexionar (reflexionar-se, individual, grupalmente), en tanto promover una ponderación de la relación de fuerzas existentes, y evidenciar el propio lugar dentro de tal tensión. Si Nicolás Casullo me dejó una marca, podría rastrearla en el sostenimiento trágico de ese tándem, que no es otro que el del sujeto que se emplaza históricamente, y deviene actor político de la (su) historia.

Los velatorios son rituales. Rituales que quitan a la vida de una continuidad “natural”, otorgándole un extrañamiento reflexivo, afectivo. Quizás debería haber ido. Haber movilizado mi cuerpo hasta donde estaba su cuerpo, en la última oportunidad de hacerlo. Pero opté por escribir estas palabras, sosteniendo la impronta que gente como él ha dejado en mi (y en muchos otros) Reflexionar-actuar-volver a reflexionar-volver a actuar.

Una voz, un cuerpo, se acalló, se aquietó. Murió Casullo. Murió una voluntad de poder, una voluntad de hacer, de ser, de hacer ser(es). Quedamos nosotros, voces potenciales, cuerpos latentes: ahora es cuando (y donde)

Burlarse

Sobre el humor en el cine militante, a partir de LBJ de Santiago Álvarez

Por Juan Ciucci

Parte del enfrentamiento con un poder, es perderle el respeto. Ese respeto que inmoviliza, que se apoya en la tradición de los lugares que ocupamos, de los que nos cuesta abandonar. Poco hacemos entonces por cuestionar ese lugar, ese espacio que ocupamos y que ocupan. ¿Porque están allí? ¿Por que estamos aquí?

Ese respeto otorga validez a esa autoridad. En este aquí y ahora estos espacios tienen una embestidura que los legitima. Comenzar a desentrañar su historia, a desmitificar su validez, a cuestionar su autoridad. El humor se vuelve una herramienta sumamente útil para empezar a realizarlo. El sarcasmo, la ironía, la burla.

“El humor puede ser, por su rebote, un arma de combate en la medida en que, al exorcizar la angustia, infunde confianza al combatiente y en que, al desinflar la amenaza, priva al adversario de su arma psicológica”, nos dice Robert Escarpit[1]. En su análisis del humor, de su función y posibilidad, dedica un párrafo al poder de choque, de confrontar.

El cine militante ha empleado este registro para erosionar a su enemigo, para mostrarlo tal cual es. El poder pierde parte de su fuerza si ya no nos infunde temor, respeto. Reírse del que nos domina es empezar a pensar en enfrentarlo. Esa risa puede nacer del temor, del dolor, del resentimiento, del hábito. “En la falsa sociedad la risa ha herido a la felicidad como una lepra y la arrastra a su totalidad insignificante. (...) Lo colectivo de los que ríen es la parodia de la humanidad.” (Adorno: 2002) Cuando cobra un valor insurgente, es cuando nace del que conoce, del que sabe de qué se esta riendo, y porqué debe reírse. Cuando se le muestra la falacia, la mentira, que de tan grotesca nos mueve a risa, de aquellos que intentan pasarla por verdad.
“El Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos se honra en dedicar esta película a uno de los estadistas mas ilustres de nuestro siglo, por sus excelsas virtudes ciudadanas y por su relevante devoción a la humanidad”. LBJ. (Santiago Álvarez - Cuba, 1968) Ironía pura.
Complicidad. “Por franca que se la suponga, la risa oculta una segunda intención de acuerdo, casi diría de complicidad, con otros sujetos, reales o imaginarios, que rían”. (Bergson: 1973) ¿Que virtudes encierra este sujeto del poder? Lyndon Baines Johnson. Presidente de la mayor potencia mundial.

Este registro sarcástico lo podemos rastrear claramente desde Sergei Eisenstein. Cómo no pensar en sus representaciones del poder, de los sujetos del poder. El director de la fábrica en La Huelga (URRS, 1925), con su gordura excesiva, sus farsescos lugartenientes, sus intrigas y miserias. Y su miedo. O en los burgueses de Octubre (URSS, 1927), asesinos y cómplices, grotescos figurantes que nos despiertan el odio y el desprecio, pero también la burla y el descrédito. Podemos pensar también en Buñuel, en su ridiculización, tanto de la burguesía, como de la iglesia, como del poder. Y, por supuesto, en Glauber Rocha. Rocha juega con los excesos y los limites de la representación, los clichés y los estereotipos. Imposible no recordar el plano secuencia inicial de Cabezas Cortadas (España, 1970), con este Perón decrepito y verborragico, recordando sus ardides palaciegas, sus “profundas convicciones”, y su “fundamental contribución a la historia”. Una violencia mordaz contra el personaje, un exhibicionismo de sus miserias y mentiras. Poder sin aura, en camino hacia la muerte. Son estos sólo algunos ejemplos para conectar con una utilización, no solo con un recurso, este trabajo de Santiago Álvarez.
Veremos en LBJ a este padre de familia, a este nuevo cowboy, a este devoto abuelo, a este genocida. Ridículo en sus mentiras. Criminal en sus actos. La ironía para rebelarnos, para enfrentarlo con más fuerzas. No para alejarnos, ni para volvernos mordaces detrás de nuestras butacas; como emplean a la ironía en estos tiempos de postmodernia.

Primer plano de la película, y nos encontramos con la revista LIFE. Vida. ¿De quienes? De la hija de Johnson, en su casamiento. Vida. De un estadista de “excelsas virtudes ciudadanas”, que cimentó su poder desde la muerte. De los Jack, los Luther, los Bob. La iglesia, el orden, el matrimonio, la felicidad. Vida, del señor muerte, falsa y por tanto ridícula. Pornógrafa. La boda, la fiesta, la torta, la trampa, la muerte. Y el azar. Múltiples posibilidades, pero una sola combinación: LBJ = MUERTE.

Veremos a este cowboy, con sus ínfulas y sus armas. Sus costumbres, su petulancia. Montaje de un rodeo a su cargo, de su caricatura de a caballo con arma y garrote, y de un hombre sobre un equino de calesita. El ridículo, la falsedad. La pérdida del miedo. Este ser, este sheriff del mundo, no es más que otra mentira del capitalismo, es otro ídolo con pies de barro. (Cualquier similitud con George Walker Bush o Barack Hussein Obama no es casual). Y el cine. Aparecerá el cine con su propia ideología, con sus propios mitos y leyendas: el “Séptimo Regimiento de Caballería”. Pero aquí se cambiara su significado mitológico. Esta herramienta del sistema, este imaginario de valor y justicia, será exhibida en su realidad de crimen y vergüenza. Esa guerra contra los pueblos originarios del norte de América, es un genocidio que nos recuerda al ejecutado en Vietnam. Resignificar. Desautorizar. Qué protegen, contra quién luchan.

Esta historia que se profundiza, que se enfrenta. Como el discurso de Stokely Carmichael, insertado en el film. Hay que civilizar un país bárbaro, hay que aceptarse, no hay que imitar a los blancos. Orgullo, poder negro. Nuestra historia. Como la historia de diferentes niños. Yo vi la sangre de un niño brotar. Estos padres, estos niños. Y sin embargo otros niños, otros padres. Y me pregunto por qué tanta muerte,tanto dolor, tanto napalm, oiremos decir a Pablo Milanés. La historia de todas las sociedades que han existido hasta ahora es la historia de la lucha de clases, repetimos con Marx. Ante la falacia, nuestra verdad.

El cine militante argentino también utilizó en la década del ´60-´70 al humor como herramienta de imputación, de rebeldía, de revolución. La Hora de los Hornos (Getino – Solanas, Argentina, 1968) comparte el tono denunciativo y sarcástico de Álvarez. El tratamiento de Miguel Mújica Lainez, de los próceres monumentalizados, de las gentes de la Sociedad Rural, de los artistas del Instituto Di Tella, es significativo de este sarcasmo. Permitir que se muestren, que se exhiban, que se denuncien. Sus modos, sus formas, sus discursos son una falacia, una mentira ridícula y constitutiva de su ser. Nos reímos de ellos, nos afirmamos nosotros.

Raymundo Gleyzer utilizo al humor en la construcción de sus relatos, ya sean ficcionales o documentales. La ridiculización, la afrenta, a representantes de la burguesía y a sus aliados. La “Señora” terrateniente, en México, la revolución congelada (Argentina, 1970), explicando su vida y sus conductas; o el mismísimo Luis Echeverría, en su helicóptero y en su marcha, desnudo ante las mentiras a este pueblo, a esta clase. El capitalista nos explica sus ganancias, en Me matan si no trabajo y si trabajo me matan Argentina, 1974), en esta animación que nos representa al farsante y sus mentiras, de la explicación de la plusvalía.

En Los Traidores (Argentina, 1973), Roberto Barrera, ejemplo de burócrata y traidor a su clase: amantes y abortos, caballos, traiciones, patotas, mentiras, corrupción, asesinatos, auto secuestros, fraudes. Luego de presenciar como sus matones asesinan al obrero Rosales, asistimos a la única escena de la intimidad conyugal de Barrera. Su esposa sentenciara: “Estuve con la decoradora esta tarde. Me dijo que en ese espacio podemos poner una biblioteca. Que te parece la Espasa-Calpe. Son 97 tomos. Un metro y medio, mas o menos”. Se produce un choque, una afrenta. Del asesinato, a su placer. Cómo no rebelarnos ante él, cómo no enfrentarlo. Pero a la vez, Gleyzer nos muestra la ficción de su vida, el vacío de su propia construcción familiar. Y apela al humor para hacerlo, a los metros que tiene la cultura. “Un dirigente tiene un tiempo útil, y hay que saberlo aprovechar”. Una muestra de su saber, enseñanza directa del artista de moda (Palito Ortega) que aparece y desaparece para no quemarse. De militante a burócrata, de persona a personaje, un transito de la verdad a la falacia.

Con el afán de comunicar, con la posibilidad de dialogar con el espectador, con la intención de revolucionar la realidad. El cine militante, y su utilización del humor, del sarcasmo, de la ironía. Santiago Álvarez, y un camino a recorrer.


* * *

La lucha de clases, que no puede escapársele de vista a un historiador educado en Marx, es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existen las finas y espirituales. A pesar de ello estas últimas están presentes en la lucha de clases de otra manera a como nos representaríamos un botín que le cabe en suerte al vencedor. Están vivas en ella como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como denuedo, y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos. Acaban por poner en cuestión toda nueva victoria que logren los que dominan. Igual que flores que tornan al sol su corola, así se empeña lo que ha sido, por virtud de un secreto heliotropismo, en volverse hacia el sol que se levanta en el cielo de la historia. El materialista histórico tiene que entender de esta modificación, la más imperceptible de todas.

Walter Benjamin, Tesis sobre la filosofía de la historia


Bibliografía

Adorno, T.y Horkheimer, M, Dialéctica del Iluminismo, Editora Nacional, Madrid, 2002.
Bergson, Henri, La Risa, Espasa – Calpe, Madrid, 1973.
Escarpit, Robert, El Humor, Eudeba, Buenos Aires, 1972.
[1] Escarpit, Robert, El Humor, Eudeba, Buenos Aires, 1972.

Entrevista a Octavio Getino

“Santiago Álvarez: Un ejemplo, un paradigma”

Por el grupo Rev(b)elando Imágenes.


Fundamental a la hora de repensar la experiencia del cine militante latinoamericano, como participe y como investigador, Octavio Getino recuerda en esta nota tanto a Santiago Álvarez, como a su contexto social, político, cultural. Contexto que fue también el de una generación de cineastas, “un momento, yo me animaría a decir único en la cinematografía de América latina”, sentenciara Getino.


Su relación con Santiago Álvarez

Mi relación con él no fue de carácter permanente, incluso yo establecí contacto con él antes de conocerlo en términos personales. Era por el año 1967 cuando estábamos haciendo con (Fernando) Pino Solanas lo que luego sería (el grupo) Cine Liberación y La hora de los hornos (1968), y un poco tuve a mi cargo tratar de organizar y experimentar un sistema de distribución y exhibición de un cine militante en la Argentina. Eran los años de la dictadura (de Onganía)...
Y antes de La hora de los hornos la intención era ver que pasaba con un material de esas características. Y armamos lo que se llama una torta de 16 mm con cortometrajes y secuencias de algunas películas que tenían que ver con un cine llamémoslo militante, un cine documentalista. Me acuerdo que estaba el último capítulo de Tire Dié (Argentina, 1960) de Fernando Birri, estaba Revolución (Bolivia, 1963) de Jorge Sanjinés, y había un cortometraje que a nosotros nos había impresionado mucho que era Now! (Cuba, 1965) de Santiago Álvarez. Es decir, que mi relación con Santiago fue a través de ver su obra, antes de conocerlo personalmente.
Esa torta de cortometrajes circuló a través de un convenio que habíamos hecho entre Cine Liberación y lo que era el Frente Estudiantil Nacional, el agrupamiento universitario más importante en aquella época, y un sector de la CGT de los Argentinos, y tenía como propósito comenzar a difundir. Era un trabajo ya de formación de cuadros, de concientización, de discusión de los problemas de América latina que hasta ese momento estaban totalmente prohibidos, no como ahora que por Internet te puede llegar material de distintas partes. Entonces ese material fue a parar después a Coordinación Federal porque en una de las exhibiciones que se hicieron en un sindicato, y contraviniendo un poco los acuerdos que habíamos adoptado, es decir funciones mas restringidas, menos cantidad, hubo como 200 personas detenidas por unas horas y ese material lo perdimos (eso se puede ver en los diarios La Nación de la época) Pero nos sirvió todo eso como experiencia para el trabajo posterior con La hora de los hornos y con materiales documentales de América Latina, incluyendo algunos de Santiago Álvarez.
Y a partir de eso empezamos a trabajar en vinculación con otro grupo de cine también militante, en los festivales del semanario Marcha que se hacían entonces en la Cinemateca de Montevideo. En la Avenida 18 de julio había un gran cine, donde todos los domingos a la mañana concurrían 2000 personas, era un teatro inmenso. Y ahí se pasaban en ese momento películas de carácter documental, y dentro de ellas películas del documentalismo cubano. El cine cubano tenía en esos momentos una presencia muy fuerte entre todos los jóvenes cineastas que éramos en ese entonces, y que de alguna manera intentábamos hacer del cine un instrumento más dentro de un proceso de cambio, y una tentativa de democratización de nuestras sociedades.

En La Habana, primer encuentro personal

Después a Santiago lo conocí ya personalmente en La Habana cuando me tocó ir a fines de 1968 (principios del 69), a raíz de una invitación que me hicieron, junto con Pino (Solanas), y que posibilitó abrir un diálogo con algunos cineastas cubanos, entre ellos con Santiago Álvarez. Obviamente al ir evaluando y conociendo la obra de Santiago, no tanto en el país sino afuera, fui reconociendo en él a uno de los documentalistas más importantes de la historia del cine, no solo de Cuba o de América Latina. Un hombre que de alguna u otra manera estaría amamantado por todo lo que había sido un cine documental en Europa, incluso en EEUU, de carácter crítico, de carácter testimonial, es decir dentro de la escuela de Joris Ivens, Chris Marker. Pero lo que me gusto de él fue desde un inicio el sabor cubanista y caribeño que había en su cine. Un cine de características fuertes, militantes, pero al mismo tiempo cargado de la ironía, la metáfora, y hasta cierto barroquismo, que en otras cinematografías, como la eurocéntrica, estaba mucho más contenido, y con planteos y esquemas más cartesianos, por decirlo de algún modo. El juego libre de la imagen y el sonido, y el humor que estaba presente, el humor militante, en ese momento creo que fue una de las cosas que más nos impresionaron.

Una historia de encuentros

Después de eso, con Santiago ya fueron encuentros episódicos, no me encontré con él cuándo vino a filmar a Buenos Aires en 1973 la asunción de Héctor Cámpora. Recuerdo una carta que me mandó Alfredo Guevara, que era el presidente del ICAIC (Instituto Cubano de Cine), donde me relataba todos los pormenores del trabajo que realizó Santiago en Buenos Aires durante esa filmación, la alegría con la cual había vivido esas jornadas, en donde estaban los representantes de los gobiernos más importantes, en cuanto a un proyecto de cambio en América Latina, incluido Cuba.
Yo estaba en Roma en ese momento, esa carta me llegó y también confirmé la vocación, no solo de Cuba y del ICAIC, sino en particular de Santiago Álvarez, de estar presente en aquellos lugares, en aquellos momentos donde se estaban experimentando procesos de movilización social, política, cultural, también para una tentativa de cambio. Entonces uno fue asociando no solo la Argentina, sino lo que había hecho en África, lo que había hecho en Vietnam, o cómo había tratado de reunir materiales de EEUU incluso, y además de todo lo que estaba haciendo en el trabajo documental y los informativos que sacaba el ICAIC en Cuba. Entonces, además de ser un ejemplo, un paradigma para lo que fue el documentalismo cubano, yo creo que lo fue también para muchos documentalistas de esa época en América Latina, siendo siempre un hombre muy querido y admirado por parte de todos nosotros.
Los últimos encuentros con él, ya de modo personal y directo, fueron en los últimos años, en donde su salud ya decaía, lo encontraba acompañado por Lázara (Herrera), y aunque parecía caído, deprimido, cansado, bastaba soltar una imagen, una palabra, un gesto para que se reavivase de repente y saltase con el humor, la ironía critica que siempre lo caracterizó en su cine, y en su personalidad.
Es una historia de relaciones que se fueron dando entre los años 68, los 80 y parte de los 90, y quedaron como quedan esas relaciones, en el plano afectivo, además del plano intelectual, cultural, político y cinematográfico. Son encuentros episódicos, que uno podía tener en festivales, en La Habana, encuentros en otros países de America Latina.


Debates

Encuentros en donde podían aparecer parte de los debates que se sostenían, porque no era todo homogéneo en el cine político latinoamericano, en el cine militante. Chile tenia su propia visión, los brasileños la propia, Uruguay la propia, o de la gente que ya estaba cooperando en otros países. Y con nosotros siempre se daba una situación interesante porque nosotros no veníamos ni del marxismo, ni de la bandera roja ni de la Internacional Socialista, sino que veníamos del peronismo, y para él siempre era motivo de atracción, de reflexión, de debate. En espacios en donde también a veces los encuentros eran fuertes, en la medida en que la visión proveniente del marxismo, comunismo, o trotskismo o lo que fuere, digamos que era crítica de las políticas peronistas. Pero también vi que él era capaz de sentirse muy integrado a todos los procesos populares, más que ideologistas; allí donde estaba la gente en la calle (en Bolivia hizo excelentes trabajos, en Perú, donde fuera).
Estaba consustanciado, ya a un nivel afectivo, no solo ideológico, afectivo con todas esas expresiones, lo cual se traducía hasta en el ritmo de sus documentales, en la inclusión de música popular, por momentos arbitraria, pero que formaba parte de la poesía del todo. Y creo que nuestra relación se salvó y se afirmó mucho sobre la base no solo de los respetos personales, sino porque él también entendía que tanto (Fernando) Solanas como los que estábamos en Cine Liberación, estábamos en el campo nacional y popular, por decirlo de alguna manera, y él lo sentía como su campo. Y aunque las banderas estaban bien, había un proyecto mucho más abarcador que no podía desprenderse de la experiencia nacional y popular de los países, como lo verificó luego cuando hizo los trabajos acá en la Argentina.


Estética y combate

(Bertolt) Brecht decía que nuestra estética deviene de las necesidades de nuestro combate. Entonces cada obra tiene una finalidad, un objetivo distinto. Apunta a cosas diferentes. Y en ese sentido lo que el autor tiene que ver es como articula todo ese discurso en función de ese objetivo. Si lo logra es exitoso, si no lo logra es un fracaso. Santiago Álvarez creo que recuperaba todo eso, y en sus documentales no perdía nunca de vista a quien se estaba dirigiendo, que es lo que quería movilizar en los espectadores de sus películas, y en consecuencia los temas y el tratamiento de los temas estaban en función de esas finalidades. Y creo que en la mayor parte de su producción lo logra.


La música en el cine de Álvarez

… Creo que cuando Santiago Álvarez pone la música que pone, y hace un tratamiento poético y fuerte, en Now! (Cuba, 1965) por ejemplo, o en muchos de sus documentales, él apela fundamentalmente a la emoción. Porque fíjate que él trabaja mucho con la música, y la música se construye no en la racionalidad, la música si no llega al corazón no vas a recordar esa música. Llega al corazón, o a los pies también. Es interesante, que la música te mueve los pies en determinado momento. Si no te mueve el corazón o los pies puede ser un producto frustrado. Y el cine también, el audiovisual también. No perdamos de vista que el audiovisual tiene componentes muy fuertes en lo poético y en lo musical, hasta en su ritmo, en su tratamiento, en su métrica…


Nuevo Cine Latinoamericano: cercanías, diferencias, perspectivas.

Yo creo que cada país, y no solo cada país, cada autor, cada cineasta (y todo documentalista es un autor, como quien escribe un ensayo, una obra), tiene un estilo, tiene una estética, tiene una sensibilidad diferenciada, sino seríamos todos una fábrica de hamburguesas. Y en ese sentido, esa sensibilidad y esas ideas emergen del contexto histórico, social, político y cultural del que procede. Si se procede nada más que del campo de las ideas, desconectado de un espacio concreto, evidentemente es un debate más racional, más ideologicista. Pero en general en el documentalismo latinoamericano, los realizadores que proceden de ese campo tratan de testimoniar, indagar particularmente en las experiencias de sus propios países, que son diferentes.
Me refiero por ejemplo al Cinema Novo brasileño. El debate ahí era muy intenso con nuestro cine, con Cine Liberación, incluso con el cine de (Jorge) Sanjinés. Ellos estaban en un cine mas de autor, tratando de llegar a la pantalla de cine no clandestino, y las experiencias que hicieron en ese sentido en el cine militante fueron muy parciales y particulares. Glauber Rocha y todos los grandes exponentes del cine, que nosotros admiramos en toda esa época y seguimos admirando, elaboraron todo un pensamiento teórico que no coincidía a veces con el pensamiento teórico nuestro, ni con las obras.
Como tampoco coincidían a veces ciertas visiones dentro de la propia cinematografía cubana. Cuando (Tomás) Gutiérrez Alea hace Memorias del subdesarrollo (Cuba, 1968), realiza un enfoque distinto aunque complementario del cine que estaba haciendo Santiago Álvarez. Yo te confieso que creo que había debates internos fuertes sobre cómo encarar el proceso de la realización de obras dirigidas a los grandes públicos, frente a otros que trataban de hacer una especie de manifiesto combatiente de todo lo que estaba ocurriendo, ascendiendo menos a aquellos aspectos frente a los cuales uno podría tener ciertas dudas, o cuestiones un poco más críticas.
Y si uno va a (Jorge) Sanjinés, es la expresión, junto al grupo Ukamau, también de una sociedad, ahora llamada de los pueblos originarios. Yo lo quiero mucho a Jorge (Sanjinés), estuve con él hace poco en La Habana, y creo que la suya fue una experiencia muy distinta, porque es un cine que también trabajó a veces vinculado a los gobiernos militares, cuando estos gobiernos militares tuvieron posiciones nacionalistas, pienso en el “Plan nacional de nacionalización del petróleo”. Recuerdo que yo trabajé en el guión de un corto que hizo en Argentina, que era un homenaje a todo el proceso de nacionalización del petróleo de los años 70, no recuerdo con exactitud los años. Pero también entre ellos había diferencias, porque mientras que Jorge trataba de hacer un cine con un tratamiento y una estética mas vinculada a todo lo que podía ser la herencia cultural aymará, mas que quechua, Antonio Eguino estaba tratando de hacer un cine como Chuquiago (Bolivia, 1977), de una presencia y una comunicación mayor con grandes públicos, de hecho su película fue un gran éxito.
Era un gran tema de debate, igual que el que teníamos acá. (Raymundo) Gleyzer ya estaba con un cine con el que trataba de captar y trabajar con todo lo que eran las narrativas tradicionales, que eran las de mayor consumo en la población, un cine (norte)americano diríamos, porque era el que la gente estaba de alguna manera consumiendo cotidianamente. Y en Cine Liberación estábamos convencidos de que teníamos que hacer un cine que si quería incidir en los procesos de cambio tenía que cambiarlo, estéticamente, narrativamente, en la manera de comentar y transmitir historias. Y esto implicaba ya una tensión formal y una tensión comunicacional con la gente. Pero nosotros tratábamos de comunicarnos con actores de un proceso y no con espectadores. Y en ese sentido, bien o mal, nuestra reflexión y análisis teórico era que si un cine se quiere calificar, como en aquella época lo llamábamos -un poco ambiciosamente-, revolucionario, simultáneamente tendría también que revolucionar las formas, el sentido de la comunicación con su destinatario.

Entonces fueron años donde no era una cosa homogénea, nadie marcaba la línea de lo que había que hacer. Carlitos Álvarez en Colombia estaba haciendo también el grupo Cine Liberación, Nora Juez estaba haciendo Cine Liberación sin rodeos en Perú. En Chile, también había debate: Raoul Ruiz quería hacer un cine que pudiese entrar al mercado, su preocupación era industrial, aunque hacia materiales para toda la política de Allende. Pero era diferente a Miguel Littín, que trataba de hacer un cine de otras características. Ruiz era de una preocupación estética, de ruptura de la narración, una presencia más desde lo autoral, la propuesta de Littín era recoger casi toda la épica del cine internacional, de carácter histórico.
Enfoques distintos, que sin embargo, a pesar del debate, de las diferencias, la diversidad -más que las diferencias- que había en ese sentido, creo que marcaron un momento, yo me animaría a decir único en la cinematografía de América latina. Porque fueron años donde todos estos debates y todos estos cineastas fueron autores también de manifiestos o de documentos teóricos como no hubo antes ni hubo después. Me refiero ya al tratamiento de la herramienta cinematográfica como instrumento cultural, como instrumento tensionador hacia un cambio de la sociedad, y también del propio lenguaje, de la propia estructura del medio cinematográfico. Si uno reúne los materiales que se elaboraron entre los años 60 y parte de los 70, yo creo que hay ahí un tildon teórico que merecería por lo menos ser analizada, estudiada. Digo esto porque es una dimensión teórica y critica del papel del cine que está muy conectada a los procesos históricos y culturales de la región. Mientras que a veces, ciertas elaboraciones, que escasean en nuestro cine, en nuestros cineastas de estos tiempos, están mas vinculadas a la reflexión de la posición cinematográfica desde el marco de la historia del cine y de lo que esta pasando en el cine, mas que de lo que esta pasando en la realidad social, cultural.

Actualidad(es)

Ahora, el mes próximo se va a desarrollar en Caracas un encuentro a 40 años del primer Festival de cine documental en Venezuela, en la Universidad de Mérida. Y creo que va a ser una especie de análisis y de reflexión sobre lo que era el cine en aquella época, porque en ese momento La hora de los hornos ganó el premio, junto con la película Ukamau (Bolivia 1966) de Jorge Sanjines. Y que era la continuación de aquello que se había hecho en festivales como en Viña del Mar en el 67.
Fue un momento de eclosión y de debate que sin agarrarnos a las piñas, éramos si capaces de discutir enfoques que ya no era entre cineastas y cineastas, sino de cineastas que al mismo tiempo trataban de expresar o traducir su visión de los contextos históricos, sociales, culturales y políticos de los cuales procedían.
Y que si lo trasladásemos hoy al campo de la política, de los debates que se expresan en el MERCOSUR, Evo (Morales) expresa una cosa, Lula (Da Silva) expresa otra, (Cristina) Kirchner otra. Y me imagino que, aunque no lo digan públicamente, deben tirarse entre sí algunas furias y algunos debates interesantes sobre como cada uno responde a sus circunstancias. Debido a que el mayor o menor valor de estos dirigentes políticos, como el mayor o menor valor de las obras cinematográficas de esa época no se podía medir en relación de una obra y otra obra, tampoco (puede medirse) entre un dirigente político y otro dirigente político, sino en la acción que se propone tal dirigente, si está dirigida a ayudar, a cambiar su propia realidad, aunque en otra realidad (dicha acción) por ahí no sirve para nada.
Esa es parte de una labor militante y de cambio que no puede medirse solo desde las ideas en abstracto, universales, ni siquiera latinoamericanistas, sino con relación a si el discurso de cada uno puede coincidir con el contexto en el cual uno trata de introducir cambios. Yo lo escucho a Evo Morales y no tiene que ver con mi cultura occidental, y española de la cual yo vengo, pero lo respeto en los términos esenciales, en la medida en que yo veo que va a introducir cambios en su realidad. Igual que respeto a (Hugo) Chávez, por más que su fisonomía caribeña, su forma desenfadada de hablar, su modo, su ironía y sus metáforas no coincidan a lo mejor con parte de mi pensamiento, que es cartesiano, por mi ascendencia occidental, y porteña en demasía. Pero lo respeto profundamente, cuando advierto que ese discurso, esa manera de estructurar ese discurso, esta contribuyendo a poner en marcha una nación. Como respeto a Lula porque esta tratando, dentro de lo que puede. Como respeto a los Kirchner, porque son lo máximo que da la sociedad Argentina en este momento.
En el cine pasaba lo mismo, me interesaba si el cine brasileño en el contexto brasileño contribuía a introducir cambios como un producto cultural, y si las películas de Sanjines en Bolivia lo mismo, Álvarez en Cuba igual. Después si servia o no para el cine mismo, para comparar en un festival una película con otra película, en el campo cinematográfico, de críticos y académicos, eso me tiene sin cuidado.


La producción teórica, Santiago Álvarez, y los jóvenes cineastas de hoy.

Aquellos años fueron el único momento en que hubo una elaboración teórica por parte de los cineastas latinoamericanos. Así todo, creo que Santiago Álvarez, quizás sea uno de los pocos autores que dentro de toda esta generación elaboró menos en términos teóricos. Por su propia naturaleza, por su propia formación intelectual, su elaboración es muy pequeña, si se la compara con la elaboración que en Cuba mismo hacía (Tomás) Gutiérrez Alea, o (Julio) García Espinosa, que son producciones mucho más medulares en alcance teórico y crítico, para buena parte de América latina y otros lugares.
Pero tampoco se le puede pedir a un cineasta que sea un teórico, o que sea capaz de escribir extensamente. Pero sí creo que es recomendable que las nuevas generaciones, además de producir una película, sean capaces de poner blanco sobre negro, y escribir (al menos) una página de por qué están haciendo esto, por qué lo hicieron de tal manera, y cuáles son los referentes que han tenido en cuenta para elaborar todo ello. Porque son documentos que también son necesarios, y un cineasta no solamente se forma en las películas que ve, que sí es la escuela principal, aunque también en la reflexión intelectual, ideológica, teórica de aquello que se esta haciendo. Como cualquier artista, cualquier otro profesional, cualquier otro hombre de la cultura.